Temor al NO: el ejemplo Boliviano

El referendo constitucional celebrado recientemente en Bolivia ha constituido un ejemplo hermosísimo de respeto a la constitución y a la democracia, pero sobre todo, al pueblo.

Consultar al pueblo a través de los mecanismos dispuestos por la Constitución, como lo es el referendo, es la mejor manera de demostrar el apego a los valores y principios democráticos que guían la actividad política en el mundo actual.

No siempre es así. Hace poco, en Latinoamérica hemos tenido ejemplos contrarios al boliviano, que evidencian el temor de someterse a la consulta popular para decidir la posibilidad de la permanencia en el poder más allá de lo establecido constitucionalmente.

Sin embargo, el referendo realizado en Bolivia sirve de ejemplo, para que en el porvenir, los políticos que no han actuado o no actúan en correspondencia con la constitución de sus naciones, reflexionen al respecto.

Consenso y referendo

El caso de Bolivia es un ejemplo no solo por haber celebrado el referendo, sino, también, por el consenso logrado tanto a lo interno de las organizaciones políticas como en la sociedad en general, previo a la consulta popular.

La propuesta de reforma constitucional fue debatida durante meses entre los sectores que simpatizaban por el “SI” y los que propugnaban por el “NO”. Luego de eso, un conjunto de organizaciones afines con el Movimiento al Socialismo (MAS), integradas en la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam), entregó al Parlamento la iniciativa de repostulación del actual gobernante.

El proceso de modificación constitucional cobra mayor valor democrático cuando después de debatir intensamente la propuesta en el Parlamento, éste envió la pregunta propuesta para el referendo al Tribunal Constitucional Plurinacional  para su aprobación.

El referendo se llevó a cabo. El «No» ganó con el 51% de los votos y el «Sí» obtuvo un 49%, quedando rechazado el proyecto de reforma constitucional.

Más allá del desenlace, si los propulsores de dicha reforma hubiesen omitido los pasos institucionalmente establecidos, el proceso no gozaría de la legitimidad que hoy exhibe. Se entendiera entonces, que su participación política no se hace sobre la base de principios democráticos, sino más bien, sobre intereses oscuros en correspondencia con preceptos tiránicos.

Charles Louis de Secondat, el varón de Montesquieu, dijo alguna vez que: “No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia”. Por tanto, quien peque de ello no sería nada más que un tirano.

Legitimidad de los políticos

La legitimidad de los políticos viene dada, en cierto modo, por el respeto que exhiben hacia la sociedad, a la constitución y a los mencionados principios y valores democráticos. Por ejemplo, el Presidente Evo Morales se ajustó a la constitución para realizar un referendo que consultase al pueblo, si quería o no, una modificación de la carta magna que permitiese otra reelección presidencial.  Esto legitima, no solo su accionar como político, sino también como presidente.

Algunos políticos y presidentes, han acudido a encuestas para tratar de convencer a sus partidos y al pueblo en general, de la necesidad de una reforma constitucional con fines reeleccionistas. En total desconocimiento de las disposiciones constitucionales. Las encuestas no son más que una herramienta que facilita conocer la percepción social en un momento dado, pero ella no tiene valor jurídico alguno. Por tanto, sustentar una reforma constitucional en una encuesta, es una acción ilegitima, con la que se desdice todo político que incurra en ello.

Eludir la realización de un referendo evidencia la inseguridad que se tendría en las ejecutorias de un gobierno. Asimismo, deja entrever el temor a ser rechazado por el propio pueblo, es decir, temor al NO.

La constitución es la norma suprema de un país. Como  tal, dispone los límites al ejercicio del poder e indica las reglas de juego político. Desconocer eso sería, sencillamente, darle entrada al despotismo que atenta contra la estabilidad política y la salud de una nación.

El jurista italiano, Gian Domenico Romagnosi, dijo en una ocasión: “La Constitución es la ley suprema que un pueblo impone a sus gobernantes con el objeto de precaverse contra el despotismo”.

En la República Dominicana, las modificaciones constitucionales que han versado únicamente sobre la reelección se han dado como por “arte de magia”, al vapor y quebrantando derechos. Pero algún día, tendrán su oportunidad los líderes políticos responsables de legitimar su accionar mediante figuras como el referendo, contenido en nuestra constitución en el artículo 272; fortaleciendo así, el Estado Social y Democrático de Derecho.

En Bolivia, a pesar de los resultados, el Presidente Evo Morales resultó reconocido y valorado como gobernante, por la inmensa cantidad de bolivianos que votaron a su favor. Para quedar en la historia de su país, como un respetuoso de la constitución y el pueblo.

Sin embargo, quien haya ignorado que todo lo que se hace contrario a la constitución es nulo y continúe su lucha desenfrenada por el poder, se tragará un escualo en el que las espinas serán todo un sistema de partidos políticos y aspirantes, que no podrá regurgitar, y en consecuencia, morirá por asfixia.

En todo caso, nuestra oración debe ser aquella frase del patricio Juan Pablo Duarte, que dice: “Nunca nos fue tan necesario como hoy, el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria”.

Ojalá, que en el futuro inmediato, la patria de Duarte pueda emular el ejemplo boliviano.

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