Los políticos dominicanos y su extensión en el tiempo
En una charla el orador principal contó una vieja anécdota sobre el extinto Presidente Dr. Joaquín Balaguer, que dice: “A principio de los años sesenta vino al país un corresponsal de un periódico extranjero, quien veía el nombre de Joaquín Balaguer por todas partes en el país. Volvió cuarenta años después, y veía: Balaguer Presidente; entonces preguntó: ¿ese es el nieto? Y le respondieron: ¡No, es el mismo! El orador, con el auditorio sumergido en una carcajada, continúo su charla.
La alternabilidad democrática
La alternabilidad democrática en el ámbito político es aquella que se refiere al cambio periódico de los gobernantes. Con ella se evita la perpetuidad de determinados grupos en el poder, y que perezca la democracia en aquellos Estados jurídica e institucionalmente débiles o en proceso de consolidación.
El temor manifestado por algunos políticos abanderados de la alternabilidad, se pudiera interpretar en el sentido de sus escasas posibilidades de ascender a la primera magistratura del Estado. Si su convicción sobre la alternabilidad es genuina, la misma debiera ser pregonada por igual cuando se tratase del Poder Legislativo. Por el contrario, se entendería que su discurso no se hace sobre la base de estimular la consolidación de la institucionalidad del Estado, sino, más bien, motivado por su anhelo particular de ser Presidente de la República.
La naturaleza de la alternabilidad en sí no admite la reelección presidencial. Sin embargo, en nuestro país, algunos paladines de este discurso promovieron la recién pasada modificación constitucional para restablecer la “reelección presidencial consecutiva y nunca jamás”, lo que los desdice y los descalifica para continuar el debate en este sentido. Más aun, en ciertos corrillos han manifestado expresamente que su propósito con predicar la alternabilidad en la actualidad, consiste en parte, en cerrarles el paso a otros líderes políticos que pudieran interesarse en volver al solio presidencial, por entender que ya agotaron sus respectivos períodos.
Ahora bien, en el país se da un caso especial. Hay dos ex presidentes hábiles para optar por otro período presidencial. Pero los políticos que apelan a la alternabilidad en el Poder no logran observar la particularidad del caso, de la siguiente manera: Joaquín Balaguer, cuando asumió la presidencia por primera vez tenía sesenta años de edad; casi exactamente la misma edad de uno de esos ex presidentes hábiles en nuestro país. Balaguer, después de ocho años fuera del poder, volvió en el 1986 con ochenta años de edad, casi la misma edad que tendrá el otro ex presidente hábil para aspirar a la Presidencia en el año 2020. En ese nuevo período de diez años, el Dr. Balaguer hizo grandes esfuerzos para reivindicarse de lo que fuera su primer período de doce años de gobierno, logrando introducir algunos cambios importantes en la vida nacional.
Al margen de que en otros países de América les ha ido bien con el modelo de una reelección consecutiva y nunca jamás, pienso que en la actual coyuntura dominicana sería factible aprovechar la experiencia acumulada y las capacidades demostradas de uno de esos ex presidentes, para que pueda volver a aportarle al país, con su visión de modernidad, para continuar con el crecimiento económico y el proceso de fortalecimiento democrático. Siendo así que cuando llegue el relevo generacional que habrá de darse, las instituciones del Estado Social y Democrático de Derecho, consagrado en nuestra constitución, estén en niveles ínfimos de riesgo.
Quienes usan el discurso de la alternabilidad en el Poder con la idea de generar una actitud de repudio o para mermar la fuerza de un liderazgo específico, deben reflexionar sobre la extensión de los políticos dominicanos en el tiempo y su capacidad de aportar o reivindicarse con el país y la democracia nacional.
En todo caso, usemos la alternabilidad (que viene de alternar: variar las acciones…) para invitar en este contexto a un líder con las capacidades y experiencia antes descritas, a realizar ajustes en su accionar de cara al futuro; puesto que “jubilar” a un líder político de esa dimensión sería un error catastrófico que la historia no perdonaría.
Entre risas aquel orador terminó la anécdota diciendo: “Ya ven ustedes como en la República Dominicana nos extendemos en el tiempo”; al decir esto se escuchó una voz a lo lejos en el auditorio que dijo: “Si Dios quiere”.
El finado profesor Juan Bosch, que fuera el mentor de aquel ponente, se refirió al tiempo y las obras humanas con las siguientes palabras: “La humanidad vive siempre, y la vida es pasajera en cada hombre. Un hombre puede vivir ochenta años o hasta cien, al cabo de los cuales muere. Sin embargo, un artista como Leonardo Da Vinci crea la Gioconda: una pequeña tela que no tiene más de media vara de alto y que tiene menos de media vara de ancho. Y esta figura humana está viva allí y está viva hace cuatrocientos años, y seguirá viva mientras puedan conservarla los hombres. El artista crea para la eternidad. El artista crea belleza; la belleza produce bien del alma; el bien del alma conduce a la bondad; y la bondad, dominicanos, es lo que debe perseguir el hombre sobre la tierra”.