La globalización de la masacre de París
Fue precisamente al sur de Francia, donde supuestamente surgió la cábala. Sin embargo, el “viernes trece”, fecha considerada desde la antigüedad como de mal augurio, dejó de ser una cábala para convertirse efectivamente en una triste realidad. Esto así, por los múltiples atentados terroristas acontecidos el pasado viernes trece de noviembre, dejando centenares de víctimas en todo París.
La noticia se extendió de manera instantánea por todo el mundo. Diversas personalidades, presidentes y líderes mundiales han expresado su repudio frente a tan ignominioso acto terrorista. Pero tales pronunciamientos han ido principalmente en la dirección de promover respuestas violentas para los responsables. Lo cual, a nuestro modesto entender, es un gravísimo error y un mal mensaje para la humanidad. Por la sencilla razón de que violencia genera, real y efectivamente, más violencia. Partiendo del desacertado principio infantil de que uno nunca puede quedarse golpeado.
Imaginemos por un instante que Israel, los Estados Unidos, Rusia, Alemania, España, México, Brasil, entre otros países que se han manifestado, unan todas sus fuerzas para responder violentamente a los terroristas que perpetraron los actos horrendos de París; ¿qué sería del mundo? Nada más y nada menos que zona de guerra. Nadie estaría a salvo.
Pensemos brevemente en la rapidez con que se propagaría esa ola de sangre en el planeta, en las miles de vidas que se perdieran, sino a causa de bombas y balas, a causa del hambre que generaría la escasez de productos básicos. En el entendido de que, al extremo, lo primero que quedaría cesante, sería el comercio internacional y la exportación e importación de utilidades de primera necesidad.
Todo eso, se pudiese evidenciar en las palabras del primer ministro francés, que dijo: “Estamos en guerra. Sí, estamos en guerra y vamos a golpear a nuestro enemigo con mayor fuerza, hasta destruirlo”. Esas palabras, más que ser una expresión de impotencia e indignación, pudieran ser interpretadas como un aliento a la violencia y a la ira del pueblo francés y del mundo.
Por el contrario, imaginemos con mayor vehemencia, que los países antedichos y otra gran parte de líderes y pueblos del mundo, se dispongan a aunar esfuerzos para enviar un mensaje de paz, de concordia, de confraternidad y de tolerancia. La realidad no sería perfecta ni paradisíaca, pero si viable y auténticamente civilizada.
En ese sentido, la humanidad tiene destacados ejemplos de cómo predicar la paz ante las duras situaciones que se presentan en la vida. Como lo son: Mahatma Gandhi, la madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela, Martin Luther King Jr. Entre otros.
Ciertamente cada una de esas figuras, utilizaron en sus respectivos tiempos y escenarios, sus niveles de influencia para inspirar y motivar el entendimiento, la solidaridad y la paz entre todos los seres humanos. Sin distinción de ninguna índole.
Gandhi, por ejemplo, luchó de una manera pacífica contra la opresión y la represión a la que fue sometida la India por parte del Reino Unido. En total rechazo a la lucha armada y profesando el áhimsa (no violencia y respeto a la vida). Entre sus pensamientos, sobresale a escala mundial, su frase de: “Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.
Por su parte, la madre Teresa de Calcuta (Premio Nobel de la Paz de 1979), luchó contra lo que verdaderamente constituye una guerra para la humanidad: el hambre; sin ningún mensaje cargado de odio o violencia, frente a las presumibles irresponsabilidades de los gobiernos de aquellos países, en los que aportaba su grandiosa solidaridad e indulgencia.
A pesar de la impotencia e indignación que dejan en todo el mundo los hechos deplorables de criminales y terroristas, el propósito de esta reflexión no es otro que hacer un modesto aporte, especialmente a la conciencia de los jóvenes de República Dominicana y el mundo, para globalizar la concordia, la solidaridad, la paz y la confraternidad entre los habitantes del planeta. En vez de sencillamente, con expresiones de odio y hostilidad, contribuir sin sentido a la globalización de la masacre de París.
Muchos actos terroristas se pueden enumerar este año, precisamente en Francia, como el perpetrado al semanario de Charlie Hebdo. Sin embargo, pareciera que todavía los franceses no han interiorizado las palabras que pronunciara su gran dramaturgo, Víctor Hugo, quien en una ocasión dijera: “La véritable indulgence consiste à comprendre et à pardonner les fautes qu’on ne serait pas capable de commettre”. En su traducción al español significan: “La verdadera indulgencia consiste en comprender y perdonar los pecados que no seríamos capaces de cometer”.
Finalmente, la humanidad, a través de sus líderes y de cada persona en forma individual, debe ponderar y reflexionar sobre la posibilidad transitar, de una vez y por todas, el camino de la paz, la tolerancia y la solidaridad. Antes que el de la violencia, el odio y las bombas; para la consecución del bienestar y la felicidad, que se supone que ha de perseguir el hombre sobre la tierra.
Al final, verdaderamente, “cuando los caminos se ponen duros, solo los duros salen a camino”.