El poder, la razón y las minorías
El martes 7 de agosto del 2018, exactamente a las 8:59 de la mañana, dejé en mi cuenta de twitter el siguiente comentario: “Hoy, más que nunca, estoy convencido de que @LeonelFernandez volverá a ser presidente de todos los dominicanos. Las imposiciones y/o dictaduras ganan circunstancias y caen derrotadas ante el juicio inclemente de la historia”.
Eso lo afirmé no solamente como conocedor de las ideas y aspiraciones del expresidente Leonel Fernández, pues ni siquiera había ocurrido el evento donde anunció su recorrido por todo el país “para escuchar y aprender del pueblo”. Mucho menos, por vínculos con su más estricta intimidad. Por el contrario, fue como un esfuerzo inusitado de objetividad, en el que pretendía analizar la relación del poder, la razón y las minorías.
En esa ocasión, el tema que ocupaba la opinión pública era el referente a la ley de partidos. El mismo suscitó una diferencia marcada en el Congreso Nacional entre los seguidores del expresidente Fernández y los seguidores del Lic. Danilo Medina. Los primeros, entendían inconstitucional que se estableciera mediante ley un método único o específico para que los partidos políticos escojan sus candidatos, en cambio, los segundos sostenían con vehemencia que “lo ideal para la democracia” era establecer el método de “primarias abiertas”.
Al final, los segundos como no lograron el consenso para sentar en la ley su aspiración, perpetraron un párrafo en el artículo 45 del referido proyecto en el que otorgaban a la dirección de los partidos la facultad de decidir sobre el método de elección de sus candidatos.
La misma semana de aquel tuit, República Dominicana tuvo su primera ley de partidos, agrupaciones y movimientos políticos, con la aprobación requerida por ante ambas cámaras del Congreso Nacional. Sin dudas, un gran paso de avance. Sin embargo, con la inconsistencia constitucional que hubo de ser advertida tiempo atrás por el Dr. Leonel Fernández.
Desde su salida de la presidencia de la república, el Dr. Fernández ha participado de escenarios y debates en los que ha lucido en minoría. Pero, sus irrefutables dotes de intelectual y la solidez de sus argumentos han demostrado que ha tenido la razón al través del tiempo. Es decir, pese a ser el único, o, “el líder en minoría”, que ha tratado diferentes posturas en los últimos cinco años, el tiempo ha hecho que la balanza de la razón y la verdad se incline a su favor.
Aunque eso se da a todos los niveles y en diferentes ámbitos. Por eso acotamos al principio que no hacíamos referencia solamente al caso del expresidente.
Y es que precisamente es un fenómeno que se comprueba hasta en los asuntos más triviales como, por ejemplo: quien sirve en un bufé tiene el poder de entregar la ración que estime pertinente para cada individuo; quien dispone la secuencia de los vehículos en un convoy presidencial y quien se monta en ellos, incluyendo el principal, tiene el poder de decidir quien si y quien no; lo mismo ocurre con asistentes, secretarios, etc. Estos tienen la prerrogativa de ubicar según su interés el orden de la agenda de sus líderes o superiores. Evidentemente, la manera en la que ejercen esas funciones deja entrever la escasez intelectual o de sentido común de la que adolecen sus personalidades.
De igual forma, puede ocurrir en niveles medios. En diferentes ocasiones ha trascendido que congresistas o funcionarios públicos se pelean por los asientos en las actividades de sus corrientes, lo que pone de relieve una ausencia de la razón en sus acciones. Ya que no tiene ningún sentido el estar ubicado más cerca o a la vista del “líder” o “jefe”, pues para los líderes lo que debe importar son las ideas, los principios y los criterios que rijan las actuaciones de sus “colaboradores”.
Sin embargo, eso es todavía más escaso, porque si fuesen mayores los casos de esos últimos ya serían ventilados en la opinión pública y servirían de ejemplo para la nueva generación que se pretende abrir paso en la política vernácula.
Pero se da la situación de que, por el poder, la influencia o la función que desempeñan esos personajes en un determinado momento, logran imponer sus deseos e intereses aun sin tener la razón. Y que, por esos mismos privilegios logren captar el favor y el apoyo de las mayorías que pululan en su alrededor.
Por consiguiente, quienes adversan o difieren de esas prácticas (que usualmente tienen la razón y aparentan ser minoría) poseen la verdad, pero deben abrazarse a su mejor aliado: el tiempo. Es el tiempo que los ubica en el contexto justo para darle su posición y conferirle ganancia de causa. Por eso, lo aconsejable es apartarse y hacer silencio para esperar, pacientemente, a que ese momento llegue. Así como habrá de llegar el juicio de la historia.
En fin, en el caso del expresidente Fernández, sobre la lucha entorno a la ley de partidos, como si se tratase de un parto humano, nueve meses después, el Tribunal Constitucional daba a luz la sentencia que declaraba no conforme a la Constitución el párrafo introducido por el grupo que abogaba por las primarias abiertas. Aun con apariencia de minoría, el Supremo intérprete de la constitución le había dado la razón.
Hoy su lucha es por la defensa de la constitución. He aquí una prueba de como le juega el destino a quienes se atreven diferir del poder y la sinrazón.
En todo caso, quienes estamos en esa posición debemos hacer nuestras las palabras del genio universal de la literatura, Miguel de Cervantes Saavedra, quien en cuyas frases dijera: “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.
Otro articulo excelente, lider. Somo mayoria en el pueblo, por esa razon el presidente Fernandez volvera hacer el que dirija el destino de este pais y de todos los dominicanos.