Mujer, arte y sus nexos
El finado comunicador dominicano Yaqui Núñez del Risco haciendo referencia en una entrevista a lo que disfrutaba en el ocaso de su vida, dijo: “Cuando leo y escribo sobre lo que leo, estoy transmitiendo conocimientos… es una forma de servir a los demás”. De esa manera dejó un legado en sus coetáneos y discípulos, quienes lo recuerdan como un maestro de la comunicación en la República Dominicana.
De igual forma, dicho gigante de la comunicación legó en su primera nieta el arte de escribir, quien a sus quince años de edad empezó a evidenciar en letras lo que la naturaleza le previó entre sus venas. Ella es María Amelia Núñez Wiese.
La Poetisa Nacional
Salomé Ureña nació el 21 de octubre de 1850. Era una adolescente de quince años, cuando empezó a escribir versos y poemas influenciada por su padre, el abogado y escritor Nicolás Ureña. Este le enseñó un conjunto de clásicos de la literatura española y francesa, que le facilitaron el crecimiento en lo que se convertiría su carrera.
A sus diecisiete años hizo públicas sus primeras producciones, destacándose por su sencillez, franqueza y ternura. Mientras crecía sus escritos se tornaban tristes y melancólicos; sin embargo, también escribió en distintas ocasiones sobre el país y la historia, poniendo de manifiesto su acendrado amor por la patria.
Posteriormente, conoce al también escritor y político dominicano, Francisco Henríquez y Carvajal, quien llegara a ser Presidente de la República Dominicana, con el que contrajo matrimonio. Se cuenta que el acercamiento entre ambos se produjo precisamente, por escritos que ésta hizo con los que el extinto presidente se identificó profundamente.
Fue Francisco Henríquez quien motivó a Salomé Ureña a instaurar lo que fuera el primer centro de estudios superiores para mujeres jóvenes de nuestro país, con el nombre de “Instituto de Señoritas”. Por consiguiente, la trayectoria que empezó por una natural influencia sobre la literatura, la escritura y la poesía, devino en una vocación pedagógica. Por lo que se terminaría reconociendo a Salomé Ureña de Henríquez, como “La Poetisa Nacional”.
Una joven escritora
María Amelia Núñez nació por igual en octubre. También es a los diecisiete años de edad, que comienza a compartir sus escritos. El primero se titula “Burbujas de colores”, con el que se expone al público. Sus escritos son claros y sencillos, con un carácter propio al que ella denomina, “personal tergiversado”. Este consiste en escribir sobre una situación personal con variaciones en los detalles, para que estos no excedan su privacidad.
En el 2011 formalizó sus publicaciones, con la creación de su propio sitio web, donde ha colgado decenas de escritos. En su mayoría, sobre situaciones y emociones reales. En las que convierte su primorosa pluma, en un objeto irresistible hasta para quien se haya considerado el más estoico de los mortales. Así se comprueba al leer entre su repertorio, “Me preguntan”.
María Amelia se licenció en psicología, en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, Suma Cum Laude, por su inteligencia, dedicación y esfuerzo.
Su última publicación fue el pasado 21 de febrero, dedicada a su abuelo Yaqui Núñez, titulada “Para ti”; en la que hace galas otra vez de su destreza para la escritura, manejando minuciosamente el suspenso y la expectativa que genera en el lector.
En fin, esta reflexión no busca hacer comparaciones de ningún tipo. En cambio, lo que pretende resaltar es que, descubrir a temprana edad un talento tan noble como escribir, es digno de todo reconocimiento y admiración. Más aun, cuando dicho talento es encarnado por lo más sublime de la creación humana: la mujer.
Salomé Ureña de Henríquez, se recordará por su alto sentido patriótico, por su abnegada vocación de enseñar y, por supuesto, como la Poetisa Nacional. En tal virtud, casos como María Amelia son necesarios de enaltecer, sobre todo, cuando constituyen en sí mismos un ejemplo para toda la juventud de la República Dominicana.
Al reflexionar en este día, sobre esta joven y sus escritos, precisa es una frase inédita que dice:“Te dibujo despacio entre mis letras, para escurrirme más rápido en tu historia”.