Mandela, Bosch y el poder
Desde siempre el quehacer político ha sido una forma de ascender socialmente y, sin dudas, la vía perfecta para la consecución del poder. Sin embargo, no en todos los casos la política ha sido un instrumento utilizado únicamente para llegar al poder. Hoy día, en los “afanosos” de la política, se aprovecha dicha actividad para hacer realidad intereses y propósitos personales. Hay casos dignos de buscar la pluma para enaltecerlos, tales como los de Nelson Mandela y Juan Bosch, dos inmortales de la política y monumentos humanos de honradez, justicia y servicio.
Soy de la opinión de que no hay mejor trayectoria política que la que se sustenta en el sacrificio y tiene como fin último contribuir al desarrollo, progreso y bienestar de toda una sociedad. Con esta modesta reflexión que explayo en el presente artículo, envío un mensaje a los jóvenes que aspiran a participar de la política.
Mandela y Bosch
Madiba (como se conoce a Mandela en Sudáfrica) fue apresado en 1962 acusado de acciones subversivas contra el orden político que imperaba en Sudáfrica en ese entonces, y como si fuera poco, condenado a cadena perpetua. Luego de intensas luchas realizadas a lo interno y externo de las distintas prisiones por las cuales pasó Mandela 27 años de cárcel, sale en libertad el 11 de Febrero de 1990 incorporándose de inmediato al proceso de negociación con Frederick Willem de Klerk (quien a la sazón era presidente de Sudáfrica), de la que resultó las primeras elecciones democráticas, en 1994, lográndose con ello el inicio de una democracia genuina, sin discriminación étnica o racial.
Sin ser su interés principal, y sin entender que gobernando era la única forma de lograr un cambio en su nación y con todos los vientos soplando a su favor, Mandela sale victorioso de las elecciones presidenciales del 1994.
El desapego al poder que siempre mostró, se evidenció con su accionar político desde la presidencia, promoviendo la redacción de una nueva constitución que eliminó toda forma de discriminación y que consagró un Estado de Derecho en Sudáfrica. Enfrascándose, con igual actitud, en una intensa lucha por la reconciliación nacional y la unidad de Sudáfrica, con el único interés de servir como ente propiciador de la paz para restaurar el sentido de identidad nacional de todo el pueblo sudafricano. Correspondiendo con todo eso, al arraigado valor de sacrificio y servicio que demostró durante su vida política.
Precisamente para el año 1962 en el que Nelson Mandela fue apresado, en nuestro país, se celebraron las primeras elecciones libres, posterior a la caída del régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo Molina, de las que emergió electo presidente el extinto profesor Juan Bosch.
Durante la campaña electoral de aquella ocasión, el profesor Bosch llevó su postulación presidencial a los pueblos más recónditos del país, con humildad y con un lenguaje sencillo, sin alardes demagógicos y sin ostentación de ningún tipo, a pesar de encaminarse a ser el número uno entre sus iguales. Ya en la presidencia, Don Juan (como le llamaban sus más cercanos acólitos) impulsó una reforma constitucional, que se reconoce por su inmenso valor democrático y por otorgar una libertad real al pueblo dominicano. De igual modo, se enfrentó a los sectores poderosos del país tanto en el ámbito industrial como latifundista, en defensa de la clase trabajadora, sentando las bases para una sociedad más justa y de oportunidades para todos, sin distinción alguna y sirviendo desde el poder única y exclusivamente al progreso y bienestar de la República Dominicana. Es por ello que al mencionar su nombre, será preciso siempre recordar esta frase, que más que una frase debe ser una advertencia y hasta una oración para todos, citamos: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
El profesor Bosch dio muestras fehacientes de su total desinterés por atesorar poder, cuando en septiembre de 1963 a siete meses de haber ascendido al ejecutivo, sufrió un golpe de Estado y se exilió en Puerto Rico para evitar daños mayores al pueblo dominicano y a la democracia incipiente que él mismo había instaurado.
Su sentido de desprendimiento frente al poder cobraba mayor fuerza cuando en sus proyectos presidenciales de 1978, 1982, 1986, 1990 y 1994, muy especialmente en las dos últimas, en las que sus aspiraciones se entorpecieron por denunciados fraudes electorales, antepuso su interés de volver al gobierno para evitar confrontaciones políticas que podían devenir en un conflicto civil en detrimento de la sociedad dominicana.
Compromiso
Nosotros, los jóvenes de la República Dominicana, tenemos el compromiso de participar de la política de nuestro país, inspirados por legados imperecederos como los de Nelson Mandela y Juan Bosch, emulando el alto sentido de sacrificio, desprendimiento y de servicio con el que guiaron sus trayectorias. Entendiendo que ambos aportaron desinteresadamente a sus respectivos países y al mundo, considerando esta la manera más noble de hacer patria.
Mandela legó a Sudáfrica la reconciliación de su pueblo, la unidad nacional y sobre todo la estabilidad social que, a pesar de las altas y bajas económicas, se ha mantenido, constituyéndose así en un ejemplo viviente de perdón y de paz. Bosch, será para siempre el propulsor de la constitución más preclara de nuestra historia, el fundador de los dos principales partidos que gravitan todavía en la política de nuestro país, siendo por esas y otras razones merecedor del título de progenitor de la democracia dominicana, más que cualquier otro que se le haya podido atribuir haber engendrado la misma.
Finalizo con una frase de nuestra autoría publicada en twitter hace un tiempo, que dice: “No busques la belleza de la política en las mieles del poder y la elocuencia de corbata. Puesto que esta se encuentra en las obras sociales”.

